En cinco meses y por pedido escribí un libro sobre el Santo Lugar. Es malo y recoge muy poco de la intimidad que debía recuperarse. ¿Algo se puede rescatar, pues no hay tiempo para más?
Hace mucho un amigo vio en la experiencia al "rey del barrio solidario del futuro", formado por miles.
En Desde la azotea
hablo de los diarios viajes en suburbanos que me conducían a él, un
barrio contiguo al de donde crecí, milenariamente vinculados entre sí y a
un tercero. Para el Rey eso importaba poco y mucho a la vez, porque ahí
confluían infinidad de sitios regados por dos millones de kilómetros
cuadrados.
Su
mayor secreto era ese, quizá: la extraordinaria variedad de sus
orígenes. Nabor, por ejemplo, nació en un exhuberante pueblo a
trescientos kilómetros hacia occidente; el Guitas y los suyos vinieron
del semidesierto del norte, y Mario y Gulia eran costa negra oriental
pura.
María
no hablaba español al llegar y luego seguía pensando en su lengua
nativa incompresible para Artemio y Joel, quienes tenían propias.
Cada
uno y una llegaron siguiendo a antiguos vecinos, con quienes
continuaban formando familias extensas, a ratos de cien, doscientas o
más personas.
A
primera vista se hacían Rey en las fábricas y entonces madres y
hermanas y hermanos pequeños parecían su excrecencia. No era así pues el
interior de una metalúrgica, una planta química, una vidriera, resultaba
inconcebible sin los hogares.
Esta noche me piden "volver a los diecisiete después de vivir un siglo".
El link al pdf: http://brigadaparaleerenlibertad.com/programas/san-ecatepec-de-los-obreros/