sábado, 12 de mayo de 2018

El Santo Lugar

En cinco meses y por pedido escribí un libro sobre el Santo Lugar. Es malo y recoge muy poco de la intimidad que debía recuperarse. ¿Algo se puede rescatar, pues no hay tiempo para más? 
Hace mucho un amigo vio en la experiencia al "rey del barrio solidario del futuro", formado por miles.
En Desde la azotea hablo de los diarios viajes en suburbanos que me conducían a él, un barrio contiguo al de donde crecí, milenariamente vinculados entre sí y a un tercero. Para el Rey eso importaba poco y mucho a la vez, porque ahí confluían infinidad de sitios regados por dos millones de kilómetros cuadrados.   
Su mayor secreto era ese, quizá: la extraordinaria variedad de sus orígenes. Nabor, por ejemplo, nació en un exhuberante pueblo a trescientos kilómetros hacia occidente; el Guitas y los suyos vinieron del semidesierto del norte, y Mario y Gulia eran costa negra oriental pura. 
María no hablaba español al llegar y luego seguía pensando en su lengua nativa incompresible para Artemio y Joel, quienes tenían propias. 
Cada uno y una llegaron siguiendo a antiguos vecinos, con quienes continuaban formando familias extensas, a ratos de cien, doscientas o más personas.
A primera vista se hacían Rey en las fábricas y entonces madres y hermanas y hermanos pequeños parecían su excrecencia. No era así pues el interior de una metalúrgica, una planta química, una vidriera, resultaba inconcebible sin los hogares.
Esta noche me piden "volver a los diecisiete después de vivir un siglo". 


El link al pdf: http://brigadaparaleerenlibertad.com/programas/san-ecatepec-de-los-obreros/