lunes, 23 de mayo de 2016

Primavera y años cero

Este es uno de los cuadernos en que sobra material a pasto, S y E, y no terminamos de seleccionar lo poco más por sumarle. De súbito le cae una inesperada tarea extra: la ilustración de cómo se resiste últimamente en nuestra Red de agujeros.

Primavera 2012
I
Si un reconocido escritor argentino tiene razón, basta el día.
Hoy el mundo se redujo a un par de charlas en puntos de diverso modo distantes entre sí. Para la primera llego medio hora antes. Pocos años atrás me pagaron por dar una serie en el lugar, el fracaso de los organizadores fue rotundo y no me sorprende que el policía a la entrada del auditorio diga No hay nada de eso programado, váyase a su casa. Luego de intentar inutilmente bien tratarlo, lo presionó: Convinimos el acto con el poder central de esta área de la ciudad. Hace unas llamadas, parece que en efecto, pero no hay documento oficial.
Espero, al fondo se escucha uno de los antiquísimos actos cívicos con los cuales las escuelas deben colaborar, y el partido parlamentario de izquierda lleva quince años ya al frente de la demarcación. Aparecen unos setenta adolescentes con un par de maestros. Aquí entonces, pienso, total nulidad de nuestro esfuerzo por desacralizar la historia, que produce una veintena de eventos en tres días. Casi rezo porque el documento no venga: pobres estudiantes y pobre yo. De una buena vez se abren las puertas, en el camino hago cuanto puedo para que se borre todo tono formal y cuando la funcionaria se presenta a la carrera no hay ceremonia posible.
El discurso debe ser distinto al que preparé y por hora y media los gestos son de atención, divertidos o preocupados. Los maestros intervienen en el remate. Se trata de profesionales que se entregan a sus alumnos. No sé cuánto de la miscelánea que suelto recogió el auditorio y salgo hecho un montón de eufóricas dudas, con el convencimiento de que no mentí: este pueblo es cualquier cosa menos indolente. ¿Sí?
Para mi asombro, las y los jóvenes ni sudan ni se acongojen cuando inicio con un Contra el discurso de las instituciones. A los ojos de la mayoría la idea de México como nación es una pedestre soga el cuello. El par de profesores sufre por ello, formados en la Suave patria sin la cual no existen, y aman a esos chamacos ante quienes a la personal usanza cedo por entero, haciéndolos poseedores de cuanta verdad vale la pena. Y así la nación no es el país sino la tribu, envuelta en preferencia sexual si da identidad como minoría.
Mis creencias sirven sólo como pie para lo que atestiguo o parezco atestiguar y, siempre desorientado, hace unos días le compartía a un amigo la sensación de que ante las próximas, importansísimas elecciones, los y las estudiantes de universidades públicas tienden al abstencionismo y no por llano desinterés. Si es cierto lo que escucho o digo escuchar en el auditorio, atino y de alguna manera me congratulo. Lo hago por mantener la convicción en los más cómo fuente de sabiduría, nobleza, empeño. ¿Sólo por seguir sintiéndome vivo?
Trueno contra el México necio en mantener a los partidos de derecha creyendo falsamente sin duda que el alto porcentaje que no vota se expresa contra el sistema en su conjunto, dentro de una larga tradición de absoluto rechazo a los políticos que por naturaleza medran de la más delirante manera.
Entre las mayorías, insisto en pensar, clase pública es sinónimo de ladrón aprovechándose de ellas a lo vil, y le tienen sin cuidado cuanto suceda en las instituciones ayer, hoy y mañana, sin exceptuar lo que se cacarea como transición a la democracia. Sacar de allí lo poquito posible, reza su único principio en el tema. Y eso incluye a quienes se autoetiquetan de izquierda.
¿Distinguen al cuadro del viejo régimen, salido de sus pueblos y colonias, del militante que inició luchando por el cambio y devino en un usufructuario de la gestoría de necesidades sociales? Los visita todos los días o sigue siendo su vecino, lo llaman por su apodo e intercambian con él bromas y cuitas, pero lo saben un aprovechado o un listo que hizo carrera, ni más ni menos que los antiguos miembros del partido oficial.
Pero eso anda en un rincón apartado de la cabeza durante el viaje en metrobús, para admirar a la colección de don Nadies que hace tiempo debieron ahogarse en el vacío de oxígeno al cual se los condena. La vida de cada uno y una está sustentada en un extraordinario sacrificio. De él nacen los arrestos para con mucha más frecuencia de lo supuesto ponerse cara a cara con el poder.
Discurseo, consciente e inconscientemente. Desde hace meses apuesto con otras y otros muchos a un movimiento que volvió inoperante el juego tribal rumbo a la disputa por la presidencia de la república, con la animación de las más sanos motivos, y vengo a encontrarme con la dinámica tradicional en los miles de puestos que restan y la imposición de una nueva, férrea estructura de arriba abajo, filtrada por el dinero y las expectativas personales, en el propio movimiento.

Escribo eso el cinco de mayo de 2012 y no imagino en absoluto lo que enseguida sucederá.
II
Soy incapaz de reconstruir lo que continúa en los siguientes meses. Perdonarán entonces, nietos, que cambie las palabras por una extraordinaria serie de fotografías.
Antes aclaro: cuatro después iniciaré un libro contra la desmemoria. Aquí su inicio:   
Nunca vi generación más activa en el país que la presente, sobre todo por la emergencia de las mujeres como figuras protagónicas. 
Paso los días entre ella y sólo una cosa me duele: su desmemoria, inculcada cuidadosamente por el sistema.  
No tiene caso hablarle de derechos laborales, pongamos, pues vive en la flexibilidad absoluta. ¿Reparto agrario, cuál y para qué?, pensarán contemplando un campo tradicional derruido por completo, si se le mal mira. De la educación pública y gratuita en todos los niveles percibe los ataques que recibe y no estoy seguro si pregunta por el origen, divino, quizá. Etcétera.
La línea histórica en su cabeza inicia con el 2 de octubre de 1968 y así un movimiento estudiantil recordado por sangriento y nada más. De allí pasa a la Guerra Sucia, que convierte a los movimientos guerrilleros en meros, nuevos brutales excesos del poder, y borra el ascenso de las luchas populares en los años 1970 y 1980.
Así deduce que nada bueno puede buscarse atrás, incluida la Revolución, simple derrota de sueños, y pierde las animadas, decisivas décadas 1920 y 1930.
"Tiremos la casa", se llama un poema que escuché entre las y los jóvenes. La hicieron los padres y abuelos con amor y empeño, dice, y fue convertida por otros en un monstruo. 
Tiene razón. Debería empezarse de cero y es imposible, empezando porque la propia nueva generación lleva el pasado dentro y lo repite. Preguntemos a su machismo, por ejemplo, o a los vaya a saberse cuantos menores de veinticinco años que se contratan como traficantes, sicarios o secuestradores. El futuro que espera mejor olvidémoslo, recordando a esos niños de segundo grado en la educación básica atacando a una compañerita porque "juegan a ser violadores". 
-0-
Desmemoria, digo refiriéndome a la de las y los jóvenes, y en mi propio caso es tan grave que casi extravío esos apenas cuatro años atrás. Van pues sus registros fotográficos. 
(DEJEN QUE RESCATE MI VIEJO DISCO DURO, ¿SÍ?, JEJE)

Años cero
Los nombro así, cero, pues llegarán al límite de la infamia haciendo posible el despertar. La casa del horror da cuenta de ellos hasta 2015 y si quedaba duda sobre cuánto el piso bajo nosotrxs cede cada vez al creer que topamos fondo, se disipa hoy, mayo, 2016.
Los números terminan de importar. Llegada cierta cifra la multiplicación algebraica es certeza en adelante, hasta que algo lo impida o no. 
Entre veinticuatro y veintiocho millones de personas fueron capturadas en el África negra por las primeras etapas coloniales. Eso equivale a la población de la Europa feliz tras el Renacimiento. Ni el exterminio nazi se le compara mínimante, y ambos hecatombes deliberadas y muchas otras antes y después bien pudieron seguir hasta la conversión de continentes enteros en desiertos.
Sí, los números terminan por no decir nada, pues en potencia involucran a todas y todos.